jueves, diciembre 22, 2005

1

Esta ahí, reptando.
Subiendo por mi pierna hasta la espina. Rodando por el suelo de mi cuarto.
La escupo y se meten en su madriguera, pero no por mucho tiempo.
Que vengan todos ellos juntos.
Los tengo en la punta de mis dedos, eso que no puedo decir, susurrando en la huella digital, explorando entre los pelos de un brazo, el mio, para salir a la luz, no los puedo decir, no los puedo encontrar.
Viven debajo de mis ojos, como las angustias.
Hacen en el amor cuando yo me hago la paja.
Los tengo en la punta de mis dedos.
Laten, son puros, son discretos pero muy hijos de puta.

No voy a andar mendigando caricias.

Aunque ellos a mi no me acarician, ni me acicalan.
Doblan en las esquinas y me miran de reojo, y yo los voy juntando y los reparto por ahí. Dejandolos solos en algun pelo, algun libro.
Como un samaritano.